UNA ARCADIA PERDIDA : Misiones Jesuitas

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Los pueblos jesuitas, con sus fortificaciones y sus indios armados, fueron una barrera-límite a la política exterior expansionista de la Corona de Portugal, y, a la vez, fueron refugio contra la esclavitud para los indígenas, amenazados por los encomenderos españoles y los bandeirantes mamelucos, que partían de Sao Paolo, atravesando las selvas hasta las Reducciones, para atacarlos y apresar miles de indios civilizados o reducidos, y llevárselos encadenados como prisioneros-esclavos a trabajar tierras y minas portuguesas.

La línea divisoria del Tratado de Tordesillas perjudicaba a Portugal. Al ser expulsada la Compañía, Brasil logró expandirse hasta sus actuales fronteras.

Bajo el reinado de Felipe VI, España firmó el Tratado de Permuta, por el cual se entregaron las Siete Reducciones en la margen izquierda del río Uruguay a Portugal, a cambio de la Colonia del Sacramento y de las islas Filipinas. Se desató entonces la Guerra Guaranítica de 1753 a 1756, pues, por la injusta y desacertada decisión del Rey a quien fueron siempre leales, los indios no se irían, no dejarían sus tierras en las misiones.

Las nuevas ideas de la Europa de la Ilustración, los deseos de la Corte de Lisboa de apoderarse de los bienes y tierras de la Compañía y el temor de que los Jesuitas instalaran una república independiente, hicieron que, en 1767, se lograra firmar el Decreto de la Expulsión de todos los padres Jesuitas residentes en América y la Supresión de la Compañía en España, Portugal y Francia.

Ignominiosamente expulsados por centinelas armados y custodiados por soldados, iniciaron desde sus Colegios y sus Misiones el largo camino - en que algunos no sobrevivieron - a pie, a lomo de mula o a caballo; atravesaron selvas y desiertos, padeciendo innumerables calamidades, hasta Lima: de allí a Panamá y, en el fatal navío Santa Bárbara, transportados como reos, sin agua y sufriendo hambre, injurias y desvergüenzas, llegaron dos años después a Cádiz, detenidos, deportados y en suma pobreza.

Tal fue la extinción de la Compañía, y tras ellos se fueron el orden, la unión, las artes y el equilibrio de las Reducciones. Tan mala fue la nueva administración, de tan dañina manera se manejó a los indios, que bastaron pocos años para deshacer la labor de tanto esfuerzo. No quedó más que desolación.

¿Qué crimen terrible se puede cometer con el de oponerse, durante casi dos siglos, a esa esclavitud que deshonró a cada posesión americana de la Colonia española?

Equivocados o no en cuanto a los métodos adoptados en sus Reducciones, las ruinas existentes siempre nos los recordarán por el titánico trabajo de los guaraníes junto al de los padres.

Lucharon casi doscientos años y hoy, sus territorios, otrora tan populosos y tan bien cultivados, han quedado desiertos y entregados a esa vida vegetal americana subtropical, de crecimiento feroz. Las lianas trepaban sobre las iglesias o la capilla en ruinas … Todas las plantaciones del árbol de la yerba mate estaban destruídas. Se veían abandonadas las vastas estancias donde antaño los jesuitas marcaban dos o tres mil terneros por año, y de las que salían miles de mulas para Chile y Bolivia ...

Estas ruinas son un testimonio más de nuestra historia americana.

 

por Janine Meyer

publicado originalmente en el catálogo de su exposición "... de América", octubre 2003


en la Misión San Rafael, Bolivia (2000)

en la Misión Jesús, Paraguay (1995)

 

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