EL GAUCHO Y EL MATE I

El gaucho la adoptó por sus propiedades energizantes y por ser la bebida ideal para aplacar la sed. El típico mate gaucho es amargo y se lo llama cimarrón. Es tal la importancia que se le da al acto de tomar mate en esta tierra que hasta tiene su lenguaje, por lo general amoroso.

 

La palabra gaucho tiene su origen en el quichua y mapuche "huacho", que significa huérfano. Su origen es el resultado de la mezcla de dos civilizaciones: la europea y la de los nativos de lo que hoy en día es Argentina. Posiblemente los primeros gauchos fueron personas que rompieron sus ataduras con el pasado y se marcharon a la soledad de la gran Pampa donde había agua y pastos tiernos para el ganado. Aunque la teoria más fuerte es de origen indígena.

Los gauchos desarrollaron una increible habilidad para para dominar el caballo (los cuales atrapaban del ganado cimarron -salvaje- que habitaba la llanura pampeana), como así también para usar las "boleadoras" (tres piedras ligadas por una cuerda que, al lanzarse, se enredan en las patas de las reses), el cuchillo, el lazo y las técnicas adecuadas para la salazón de la mejor carne del mundo. El gaucho era una persona de gran respeto y de palabras cumplir, también conocido por su solaridad y favores (gauchadas).

"Su tez era aindiada, sus ojos ligeramente levantados hacia las sienes y pequeños. Para conversar mejor habíase echado atrás su chambergo de ala escasa, descubriendo un flequillo cortado como crin a la altura de las cejas. Su indumentaria era de gaucho pobre. Un simple chanchero rodeaba su cintura. La blusa corta se levantaba un poco sobre un cabo de güeso, del cual pendía el rebenque tosco y ennegrecido por el uso. El chiripá era largo, talar y un simple pañuelo negro se anudaba en torno a su cuello con las puntas divididas sobre el hombro. Las alpargatas tenían sobre el empeine un tajo para contener el pie carnudo." Don Segundo Sombra, Ricardo Güiraldes (1926)

 

Algunas narraciones del siglo XIX, reflejan con extraordinaria fidelidad rasgos esenciales del medio y del ambiente, y cuánto significaba el mate para el gaucho. Juan Parish y Guillermo P. Robertson, en su relato "El Vivac"(1815), expresan: "La primera distracción del gaucho, después de cumplido su afanoso trabajo, es el mate. De manera que, tan pronto como terminaban sus tareas, salían a relucir las rústicas y abolladas calderitas y enseguida podía verse a los hombres llenando los mates y chupando las bombillas, mientras caminaban a paso lento o bien permanecían sentados junto al fuego sobre una cabeza de vaca y fumando cigarrillos de papel. Era el preludio de la cena más suculenta que pueda imaginarse: sobre los fuegos, y ensartados en largas estacas de madera o en brochetas de hierro, inclinadas se veía una media docena de asados compuestos de las mejores partes del animal; el olorcillo de la carne asada, llenando el aire, abría cada vez más el apetito. Una vez todo en calma, los hombres cubiertos con sus ponchos rodeaban los fogones y seguían fumando cigarrillos y tomando mate".

Escena rural, Tucumán - fotografía fines S. XIX

 

Esa costumbre de inveterada cortesía del gaucho de antaño, subsiste todavía en el paisano actual: ofrece el mate y se toca el sombrero en un gesto de respetuosa deferencia hacia el invitado. Forma parte de esa educación innata del hombre de campo, quizá por su alejamiento de los centros poblados y no estar sometido a las tensiones y modalidades de convivencia de los habitantes de las urbes importantes.

Identificado con la tradición y pueblo argentino, el mate se transforma, al margen de su carácter alimentario, en una verdadera simbología representativa, que en muchos casos todavía se sigue manteniendo, en particular en zonas alejadas del interior del país.

 

En la inmensidad de la pampa abierta, el gaucho al tomar mate, contemplaba absorto el mundo exterior que lo rodeaba, en silencioso recogimiento, su espíritu se sumergía en sentimientos evocativos, que lo llenaban de nostalgia y tristeza, bagaje natural de sus tribulaciones.

Hay algo que trasunta en el paisano actual ese mismo sentimiento, y que confirma la herencia que su noble antecesor le ha confiado como legado permanente y parte de una tradición, que el progreso y sus costumbres condicionantes no ha podido destruir.

 

Asunçao le dedica un importante capítulo de su libro a describir la relación entre el mate y el gaucho. "No existe inventario de pulpería, almacén o boliche, de extra o intra muros, en el que no figure, como mercadería de primera importancia por su volumen la yerba mate en sacos o en barricas." (pág.32). Esto ocurría durante todo el siglo XIX.

La yerba mate aparece frecuentemente en las pinturas de artistas latinoamericanos de principios del siglo XX. Otras expresiones artísticas también se refieren a la yerba mate como tema de creación. En el caso del destacado poeta Eloy Fariña Núñez, de Paraguay, tenemos algunos memorables versos:

"Crece con lozanía en tus regiones/ la planta de la yerba, cuyas hojas/ proporcionan el mate, el te nativo/ gloria de las mañanas y las siestas/ Nada mas agradable que mecerse/en la hamaca a la sombra del naranjo/en las tórridas horas del estío/ y tomar perezosamente mate/ rebosante de espuma y de fragancia/ cebados por las manos de una joven."

Pedro Figari - "El patio o Patio Unitario", óleo sobre cartón.

 

Su infinita presencia en el espíritu de la nacionalidad argentina y además, un mundo de valores abstractos que generó con su existencia, proyectada desde un principio indígena y agreste de dioses vegetales y primarios, capaces de comprender el recóndito lenguaje de la naturaleza, baña nuestra tradición con su cotidiana presencia. A partir de ahí vivió en huellas distantes, ranchos, heroicos fortines que eran, apenas, solo un punto en el dilatado horizonte. El mate estuvo siempre en fogones de arrieros amanecidos al raso, y no le fue difícil seguir el camino que lo condujo y le abrió las puertas de los grandes salones. Adornado en plata, labrado exquisito, lo ofrecieron refinadas manos que, también, a su manera, construyeron la Patria.

Florencio Molina Campos - "Calentando el horno" Almanaque Alpargatas

 

Pero resulta que todo eso era - y es - apenas una parte de la historia. Más tarde esa patria naciente comenzó a transitar el camino de su otra historia: vivió luchas, ambiciones, apasionamiento; tambien hubo amores, guitarreadas y exilios. La dolida nostalgia de la vida que ocurre. Todo sucedió, las ciudades crecieron y fuimos adoptando perfiles gringos. Y también estuvieron los que, con la excusa de "un" progreso, trataron de desdibujarnos. Pero el mate se quedó. Se hizo áspero, también malevo y muchas veces solidario. Por supuesto, comenzó a moverse en cadencia de tangos acompañando las soledades urbanas, tal como antes tuvo fondo de cielitos, milongas o zambas bajo el cielo de la pampa, los montes y las montañas.

 

 

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